Carta de agradecimiento a un maestro
- Aléxandros Wolf

- 17 oct
- 2 Min. de lectura

1 de septiembre de 2025
Querida Monita,
Te cuento que no ha sido tan sencillo como me lo esperaba. Siento la ausencia de tus desayunos cargados, extraño aquellos chicharrones crocantes que me hacías con frijoles y las noches en las que comíamos empanadas con ají en Malpaso. Me ofreciste un hogar cuando más lo necesitaba, acompañada siempre de mi abuelo, quien con su ejemplo me enseñó sobre la importancia de ser honestos.
Mi niño interior regresa a tus recuerdos para hallar la motivación que necesita en los días más agotadores y tristes. Él sabe que lo que haga será mirado con orgullo a través de tu mirada. Me has impulsado con tus palabras de aliento, has llenado mi alma con el combustible necesario para emprender cualquier aventura. Nunca te importó si yo usaba el lápiz o la cuerda, la arcilla o los colores, la voz o la palabra escrita. Tu confianza me ha demostrado que tengo todo lo necesario para desempeñarme en lo que más me apasione.
Agradezco la importancia que les has dado a tus seres queridos. Si todos tuvieran la suerte de tener una abuela como tú, estoy seguro de que el mundo estaría lleno de soñadores. A mi abuelo también debo de mencionarlo en esta parte. Él, que estará a tu lado esperando por mi regreso, me enseñó que la constancia y la honestidad son tan importantes como el talento.
Monita, en mis trazos reconociste aquel potencial que te recordaba a tu hermano, a quien no tuve la suerte de conocer en persona; en mi voz añoraste los cantos de tu madre y en mi rostro observaste las facciones del amor que abandonó mi padre. Aprendí con tus enseñanzas que cada una de mis expresiones son un regalo de siglos plagados de ancestros impresionantes. En palabras de Platón, algunos amantes, otros amados.
Gracias, monita, por apoyarme en todo aquello que me saca una sonrisa. Has estado allí, al lado de tu nieto el estudiante, tu nieto el historiador y tu nieto el escritor, con quien te atreviste a escribir un libro de nuestro pueblo. Eres el soporte que guía mis manos, los besos que calientan mi espíritu y la confianza de que todo es posible. El orgullo de tus ojos zarcos jamás podré olvidarlos, porque el azul me recuerda a la profundidad de nuestros sentimientos, y el verde a la germinación de nuevos frutos.
Te ama,
Tu Monito.







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