Las historias hacen parte de lo que somos. Cada evento, cada escenario y cada persona cumplen un papel importante en nuestra interpretación, entendimiento y razonamiento del mundo. No somos sujetos aislados que se forman a sí mismos; somos moldeados dentro de una cultura, una sociedad, un lenguaje y un determinado entorno. Preguntas como quién soy, de dónde vengo y en quién quiero convertirme requieren de un pasado, de una historia, de un relato…

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En mi infancia había escuchado una sola historia. Una que debía entender como verdadera sin llegar a cuestionarla, porque era la que me integraba y le daba sentido a mi comunidad. No obstante, había otras historias que me susurraban al oído, que se salían de cualquier filtro y que se volvieron un escape de la realidad. Aquellos que las escucharon pensaron que había perdido la cabeza, que les estaba mintiendo o me trataban como alguien con una curiosa imaginación. Afronté bastantes retos para no dejar que aquellas historias se silenciaran, aunque quisiera desaparecerlas, hacían parte de quién era y sería catastrófico perderme a mí mismo en el proceso.

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La escritura resultó ser un espacio seguro en el cual podía explorar bastantes formas de ser y pensar; les daba vida a las ideas, los pensamientos y los sentimientos. La literatura me ayudó a compartir mis narraciones y no sentirme aislado del resto. Era la apertura a un mundo de posibilidades. Por otro lado, cuando inicié mi camino en la disciplina histórica, se fortalecieron las bases de mis relatos y se amplió la visión que hasta ese momento tenía tanto de nuestro presente como de nuestro pasado. Entendí que no era el único que había pasado por una divergencia de interpretaciones o incluso por un proceso de censura y desvalorización de su discurso. En nuestra historia se encuentra una riqueza descomunal; al mismo tiempo, una responsabilidad con las sociedades que construimos y la forma en la que nos proyectamos.

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En Montaña Lobo pretendo darles un espacio de debate, apoyo y manifestación a todas esas expresiones que flotan en el mundo de las ideas para que sean presentadas ante aquellos que deseen hacer parte de ellas.

 

¡Bienvenidos todos los lobos errantes!